Si hay un indicador que los argentinos miran para saber cómo va la economía, es el precio del dólar. Desde que el presidente Mauricio Macri derogó los controles cambiarios y abrió el país a un régimen flotante, la moneda norteamericana ha sido el termómetro del panorama económico para el país, que atraviesa por un ciclo complejo de alta inflación, recesión en ciernes y debilidad política del gobierno.
Pero lo que en mayo parecía una debacle cambiaria, con el peso argentino depreciado hasta un récord histórico de 23 unidades por dólar, la semana pasada se convirtió en tragedia: en las primeras horas del día la moneda estadounidense se apreciaba hasta los 42 pesos. Por primera vez, la divisa trasandina valía menos que su par de Uruguay, mientras el riesgo país -medido en los seguros contra el impago de deuda-, tocaba un nuevo máximo de 780 puntos.
Riesgo político
Macri reconoció esta semana que Argentina está en crisis. Los economistas de ese país criticaron duramente el plan presentado por la Casa Rosada, el cual pone énfasis en la reducción del gasto, en lugar de impulsar el crecimiento para hacer crecer los ingresos.
Con todo el mandatario trasandino ha caracterizado la corrida cambiaria como “desconfianza” en el mercado, ante el alto déficit fiscal y la certeza de que la inflación cerrará el año lejos de la meta: a fines de 2018, los precios podrían registrar un avance a doce meses de más de 30%.
Si Macri no ha logrado convencer al mercado, el próximo año tendrá que hacerlo con el electorado. No será fácil: la semana pasada, empresas de alimentos como Unilever y Molinos informaban a los supermercados que suspenderían temporalmente las entregas, mientras las concesionarias frenaron las ventas hasta que no hubiera certeza de los precios. El mismo país que recibió el mayor paquete de ayuda del FMI en la historia, con un gobierno pro empresas y un gabinete tecnócrata, daba señales de escasez de insumos.
La debilidad política del jefe de Estado es uno de los riesgos que ven los inversionistas en la segunda mayor economía de Sudamérica. Macri, quien prometió devolver la estabilidad y transparencia al país, no ha decidido si volverá a buscar el cargo en 2019.
Hasta ahora, la carrera se divide entre un Macri debilitado por su incapacidad de recuperar la economía y una Fernández golpeada la corrupción. Los argentinos se quedan sin opciones.
Fuente: Diario Financiero