¿Qué esperan o demandan hoy los chilenos, o quienes viven en Chile, de las empresas…?
Esa fue la ambiciosa pregunta que se hizo la Sofofa.
Las primeras respuestas que se vienen a la cabeza: que paguen sueldos justos, que produzcan buenos productos y servicios, y a bajos precios. Pero como Chile cambió, ese es ahora solo el “desde”, porque las personas están demandando cada vez más, y con mayor fuerza, otros valores, como más justicia (premiar el esfuerzo personal), transparencia, un comportamiento ético y preocupación por sus trabajadores y por su entorno.
Y esa es una de las principales conclusiones que arrojó la primera edición del Barómetro de Confianza Empresarial (BCE) 2018 de la Sofofa.
El estudio se da en el contexto de una tesis instalada en la “opinión pública”: que Chile padece una desconfianza institucional generalizada y profunda en todo tipo de organizaciones públicas y privadas, incluidas las empresas. El propio presidente de la entidad, Bernardo Larraín Matte lo vivió en carne propia cuando estalló en 2015 el caso tissue que golpeó a Empresas CMPC.
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