La automatización es una realidad que avanza a grandes pasos y prontamente comienza a perpetrar en otras aristas de nuestras vidas, principalmente en el mundo laboral.
Cuatro organismos regionales de desarrollo advirtieron que los gobiernos de América Latina y el Caribe deben desarrollar estrategias con el sector privado para aprovechar al máximo la tecnología en el ámbito laboral y al mismo tiempo mitigar los riesgos de su expansión.
El Banco Interamericano de Desarrollo indicó que la cantidad de robots por cada 100 trabajadores industriales en América Latina es menor que en otras regiones, pero apuntó que los trabajadores latinoamericanos dedican la mitad de su tiempo a labores que pueden ser automatizadas. A su vez advirtió que dos tercios de las ocupaciones actuales en Argentina y Uruguay corren el riesgo de ser reemplazadas por tecnologías que ya existen.
La Cuarta Revolución Industrial -nombre comúnmente empleado para referirse a la irrupción reciente de la inteligencia artificial y los robots en la actividad productiva- podría incrementar la inequidad y la actividad informal y provocar la desaparición de empleos. Pero también podría generar crecimiento económico si logra una mayor productividad, eficiencia y una reducción en los costos operativos.
La jefa de la división para mercados laborales del BID Carmen Pagés dijo que los países de la región necesitan brindar entrenamiento en destrezas digitales y cognitivas “para que sus trabajadores puedan afrontar satisfactoriamente los retos que le presentan las nuevas tecnologías”.
¿Qué ocurre con Chile?
Según un estudio elaborado por la consultora internacional McKinsey Global Institute en 54 países, en Chile se estima que 3,2 millones de empleos pueden ser automatizados, lo que representa el 49% del total del trabajo que se ofrece actualmente.
En tanto, a nivel de mercados, el estudio calcula que en el rubro de manufactura el potencial de automatización es del 64% y de un 52% en minería.