La palabra más buscada en Google la semana pasada fue “recesión económica”, según Arbor Data Science, una firma institucional de investigación y corretaje de Estados Unidos.
Y es que los últimos acontecimientos geopolíticos y los débiles datos que se han publicado recientemente han teñido los mercados de rojo.
Las alarmas están encendidas ante la posibilidad de que una recesión económica global se avecine.
Las causas de la desaceleración del crecimiento son diversas y forman parte de un cóctel muy específico para cada país que está en alerta.
La guerra comercial, la tensión que genera en Europa el Brexit y la crisis política italiana, las elecciones en Argentina y los disturbios en Hong Kong, son sólo algunos de ellos.
El retroceso global en las manufacturas y una fuerte caída de la confianza empresarial empeoran el panorama.
El miércoles, la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU se invirtió por primera vez desde 2007, en una señal de que los inversionistas ya ven una alta probabilidad de que el país también empiece a contraerse.
En América Latina, Argentina y Venezuela ven cada vez más lejos la posibilidad de revertir su caída -por ahora son los únicos países con varios trimestres consecutivos con un PIB en negativo-, y otros están ad portas de sumarse a la lista.
Arturo Curtze, analista senior de nuestra consultora, además precisa que “la inversiones de la curva de rendimientos desde el 2007 corresponde a la comparación de la tasa de interés a 10 años menos la de 2 años. Con anterioridad se había invertido la curva de 10 años menos 3 meses (de donde más se financian los bancos) lo que se interpreta como un paso más antes de una posible recesión”.
Para algunos, la guerra comercial es la principal causa. Singapur y Hong Kong, aunque pequeños son centros financieros y comerciales y son altamente dependientes de las exportaciones. La caída de los envíos, por la disputa arancelaria, los llevó a mostrar un fuerte deterioro entre abril y junio.
Para otros, las razones se entremezclan. Las cifras del miércoles para Alemania mostraron que la cuarta mayor economía mundial –y motor de Europa- se contrajo 0,1% en el mismo período.
El descenso de las exportaciones a mínimos de tres años y el de la producción industrial a su menor nivel desde 2009, así como una confianza económica hundiéndose a niveles de 2011, ponen al país en jaque.
En tanto, en el Reino Unido –cuyo PIB cayó por primera vez en siete años entre abril y junio-, pesa la incertidumbre de un Brexit sin acuerdo.
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